TU PEOR ENEMIGO AL INVERTIR“No juegas al ajedrez como un maestro, ni inviertes como Warren Buffett, ni cocinas como el mejor chef… Más bien, cocinas como Warren Buffett,al que le encanta comer comida basura”. Esta frase no la ha pronunciado un tertuliano ni está sacada de un foro de Internet, sino que la escribió el último premio Nobel de Economía, Richard Thaler. ¿Qué quiere decir con ella? Que los seres humanos, por mucho que lo neguemos, seguimos guiándonos por las emociones a la hora de tomar decisiones individuales en el terreno de las finanzas.

Hoy te hablamos de por qué seguimos creyendo usar la razón a la hora de invertir cuando, en realidad, es complicado hacerlo sin estar condicionados por sentimientos como la euforia o el miedo. ¡Descubre por qué las emociones son tu mayor enemigo como inversor!

Un premio Nobel que ha humanizado a la economía

“Al explorar las consecuencias de la racionalidad limitada, las preferencias sociales y la falta de autocontrol, Thaler ha mostrado cómo estos rasgos humanos afectan de un modo sistemático a las decisiones individuales, así como a los resultados del mercado”, escribió el jurado de los prestigiosos galardones al resumir los méritos del premiado.

El premio sorprendió a muchos economistas tradicionales, que siguen explicando las decisiones financieras desde la racionalidad. “Eso es como pensar que una persona que juega una partida al billar en un bar conoce perfectamente todas las leyes de la física y la geometría, cuando la realidad es que apuntará directamente a las bolas que están más cerca de los agujeros y a menudo fallará”, sostenía Thaler en su libro Misbehaving.

En 2002, ya hubo otro premio Nobel basado en las llamadas finanzas del comportamiento. Y aquella vez ni siquiera fue galardonado un economista, como Thaler, sino un psicólogo, Daniel Kahneman. Su libro Pensar rápido, pensar despacio ha sido precisamente uno de los más recomendados por gestores de inversiones en los últimos años, y en él se explica que es fácil que tomemos malas decisiones con nuestro dinero, porque los humanos no somos precisamente racionales al tomar nuestras decisiones económicas y financieras, sino casi lo contrario: “predeciblemente irracionales”, como dice Dan Ariely, otro de los defensores de las teorías del comportamiento económico en su libro Las trampas del deseo. “Cometemos los mismos errores una y otra vez, debido al cableado básico de nuestros cerebros”.

El poder de la mente en la toma de decisiones

El poder de la mente es muy grande, tanto para bien como para mal, por lo que ¿de verdad es únicamente un tema de emociones? ¿O estamos hablando de una cuestión científica? ¿Son solo sensaciones o realmente el diseño y la estructura del cerebro nos condicionan a tomar decisiones de inversión menos eficientes de lo que nos gustaría?

Los motores del proceso de toma de decisiones de inversión

Según explica el neurólogo español Pedro Bermejo en su libro El cerebro del inversor, básicamente hay dos “motores” que activan nuestro proceso de toma de decisiones: la búsqueda de la recompensa y la aversión a las pérdidas. Y en cada una de ellas se ven involucradas distintas conexiones y estructuras cerebrales, unas más relacionadas con la racionalidad y otras con las emociones. Del equilibrio de ambas acabará saliendo nuestra elección.

Y aquí influyen multitud de factores, que acaban generando sesgos importantes para nuestro comportamiento financiero. Por ejemplo, las neuronas espejo, unas células “repartidas por numerosas localizaciones del sistema nervioso que se activan cuando desarrollamos una actividad que estamos viendo en un individuo”, explica Bermejo en su libro. Estas neuronas están detrás de muchos de los episodios de pánico o euforia financiera. Si vemos que nuestro vecino está comprando acciones y se está forrando, no solo queremos imitarle por el impulso a obtener una recompensa monetaria, sino porque el propio hecho de tomar decisiones similares nos produce placer. De hecho, hacer lo contrario supone todo un esfuerzo, casi ir contra la naturaleza.

El poema de Buffett a sus accionistas

Muchos de los inversores de mayor éxito son los que suelen tener la fortaleza de ir contra la masa, como Warren Buffett: “Cuanta más imprudencia veamos en el comportamiento de otros, mayor será nuestra prudencia«, escribía en su última carta anual a los accionistas de su compañía Berkshire Hathaway. De hecho, incluso les citaba en la carta algunos versos del famoso poema de Rudyard Kipling “If…” (en español, “Si…”), aplicándolo a la toma de decisiones financieras:

Si puedes mantener la cabeza en su sitio cuando todos a tu alrededor
la han perdido
,
Si puedes esperar y no cansarte de la espera
,
Si puedes pensar y no hacer de tus pensamientos tu único objetivo
,
Si puedes seguir creyendo en ti mismo cuando todos dudan de ti
,
Tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella
.

¿Cómo ser más racionales y menos emocionales?

La teoría está clara, pero… ¿cómo conseguirlo? ¿Cómo luchar contra uno mismo?

  • Primero, conociéndonos. Sabiendo cuáles son los sesgos que pueden acabar inclinando nuestras decisiones en el sentido que menos nos conviene.
  • Segundo, apoyándonos en un profesional que conozca bien nuestros objetivos y motivaciones, que pueda ayudarnos a afrontarlos, haciéndonos ver nuestros impulsos cuando estemos ante situaciones de estrés en la toma de decisiones: un coach de las finanzas, como el Family Banker de Banco Mediolanum, quien está a nuestro lado para conseguir nuestras metas y nos apoya a lo largo de nuestra vida financiera.
  • Y, por último, intentando limitar al máximo la emocionalidad en la toma de decisiones. Por ejemplo, en vez de estar pendientes de las subidas y las bajadas de los mercados para invertir, realizar aportaciones periódicas y seguir un plan de inversión que limite nuestra tendencia a entrar en el mercado cuando está más caro y salir en estampida cuando los inversores han entrado en pánico y las pérdidas son cuantiosas.

Ahora que tienes las claves para poder controlar los sesgos y emociones que obstaculizan tus decisiones de inversión, ¿por qué no comienzas a ponerlas en práctica?

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