Beneficios inversión largo plazoCada uno de nosotros adolecemos de determinadas trampas mentales que distorsionan nuestra visión de la realidad y, peor aún, que nos condicionan en la toma de decisiones del día a día. Si hablamos de mercados financieros, los inversores no son ajenos a esas trampas de la mente y cada oscilación en bolsa es vista, por muchos, como un puñal que se clava en lo más profundo de uno mismo.

Cuando la bolsa cae un cinco o un diez por ciento —una corrección muy habitual en mercados alcistas—, muchos inversores sufren esas pérdidas latentes de manera muy intensa y llegan a replantearse si es correcto lo que están haciendo. Ese sesgo de negatividad por toda noticia adversa que pueda darse en el corto plazo y que se plasme en caídas bursátiles se traduce en una preocupación que nos evoca recuerdos, crea visiones de potenciales escenarios futuros y altera el juicio del inversor sobre sus finanzas personales. ¿Y si sigo perdiendo? ¿He comprado en el momento equivocado? ¿Debería haber esperado?

La práctica del timing

Por ello, en ese contexto específico y derivado de esas intensas emociones vividas en el corto plazo, algunos buscan hacer timing, es decir, entrar y salir constantemente del mercado. Así tratan de obtener mejores rentabilidades  aprovechando esos vaivenes del mercado que se van produciendo en el corto o medio plazo. En otras palabras, se alejan de una planificación de la inversión a largo plazo para evitar esas emociones derivadas de la exposición al mercado.

El timing exige capacidad de anticipación, para aprovechar esas fluctuaciones del mercado en el corto plazo. Es algo parecido a lo que nos encontramos cuando estamos en un supermercado y decidimos repentinamente cambiarnos de fila porque pensamos que la otra se mueve más rápido (hasta que lo hacemos y entonces empieza a avanzar más lentamente).

Decidir sobre factores que escapan a nuestro control carece de sentido porque no tenemos influencia alguna sobre ellos y, lo peor de todo, es que cuando lo hacemos en el mercado, todas esas decisiones continuadas tienen un coste, un impacto monetario que mengua la rentabilidad final del inversor.

Pero, a pesar de la imposibilidad de anticipación y a los mayores costes en los que se puede incurrir, ¿es realmente una opción beneficiosa buscar el timing del mercado?

Para ello, Samuel Lee, asesor de inversiones de SVRN Asset Management, publicó un estudio que abarcaba desde mediados de 1926 hasta finales de 2016. En él se probaba una estrategia básica: un inversor adoptaría una estrategia por la que compraría después de una caída del 10% y se mantendría durante al menos 12 meses o hasta que los precios de las acciones volvieran a los niveles anteriores a la caída. Luego recogería el dinero y volvería a repetir la misma estrategia.

Esta estrategia nos evitaría parte de esos sesgos de negatividad que se producen en determinadas coyunturas, principalmente porque nos impediría permanecer en el mercado en todo momento. Pero ¿realmente habría funcionado? Vayamos a los resultados.

Cuando comparamos la estrategia comentada —comprar tras la caída— frente a la basada en permanecer en el mercado en todo momento —comprar y mantener— no hay color en sus resultados. La primera estrategia aplicada al índice S&P 500 —el selectivo bursátil estadounidense de referencia— reflejó una rentabilidad anualizada del 2,2%, mientras que aquellos inversores que permanecieron en todo momento en el mercado obtuvieron una rentabilidad anualizada del 6,3%.

comparativa de estrategia

Si bien es cierto que permaneciendo en todo momento en el mercado el inversor asume más volatilidad, es decir, una mayor intensidad en la variación de los precios, esa misma volatilidad queda compensada por unos resultados de rentabilidad sobresalientes. De hecho, Lee concluye que, por cada punto porcentual de volatilidad, la estrategia de comprar tras la caída proporcionó un 0,14% de rentabilidad adicional, muy inferior a los resultados de comprar y mantener, que aportó al inversor un 0,34% por cada punto porcentual de volatilidad.

Y es ese miedo a la volatilidad de permanecer constantemente en mercado lo que nos puede llevar a tomar malas decisiones en el corto plazo, que, como hemos visto, deterioran severamente la rentabilidad final a largo plazo. En consecuencia, sea cual sea la coyuntura del mercado, nuestro plan de inversiones está orientado en el largo plazo. Siéntate, relájate y deja que el largo plazo y el interés compuesto trabajen por ti.

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