el pequeño ahorro que marca la diferencia

Muchas veces pensamos que ahorrar no es sencillo. Todavía más cuando vemos que llegar a final de mes es una tarea ardua con múltiples dificultades. Pero ahorrar es especialmente positivo, nos aporta tranquilidad, y nos brinda diferentes opciones para nuestro bienestar futuro. Para ello, vamos a observar tan solo la repercusión de un pequeño ahorro, como el que podría representar el de un café consumido diariamente en un bar y el coste de oportunidad de invertir esa cantidad a lo largo de los años, es decir, la rentabilidad que se hubiese obtenido de haber elegido la mejor alternativa.

Tomamos como referencia un café porque el consumo de este producto se encuentra ampliamente extendido en España: El 87% de la población entre 18 y 64 años lo consume y el 70%, lo ingiere a diario, según los datos extraídos del “I Estudio sobre los hábitos de consumo de café en España”.

Para ello, tendremos en cuenta dos factores importantes: la evolución del precio de la taza de café durante los últimos años para valorar cuál es el ahorro acumulado, y la inversión de ese importe invertido en el mercado europeo para observar la posible rentabilidad alcanzada.

En primer lugar, analicemos el precio del café para valorar el potencial ahorro. En el año 1994, podíamos tomarnos un café por 0,63 euros, lo que suponía que si lo consumíamos de manera recurrente en los 365 días del año nos llevaría a una cifra de 231,09 euros. Los precios han evolucionado desde entonces al alza, y en 2017, el coste de un café alcanzó los 1,11 euros de promedio, lo que implica un potencial gasto anualizado de 405,15 euros. Obviamente, dadas las disparidades de los salarios o las zonas de presión turística en España, los precios pueden desviarse notablemente, pero estos datos nos servirán como el precio de referencia para iniciar los cálculos.

Hay que quedarse con una cifra: 7.795,46 euros. Este sería el ahorro total que disfrutaríamos en 2017 en nuestra cuenta corriente si, desde 1994, hubiésemos ahorrado cada día el importe de un café. Por lo tanto, esta pequeña decisión diaria, a lo largo de los años supone un importante ahorro si lo visualizamos a largo plazo.

En segundo lugar, analicemos el concepto de coste de oportunidad. En otras palabras, ¿Y si al finalizar el año hubiéramos invertido el total ahorrado en un fondo de inversión que reprodujera la evolución del Eurostoxx 50 Total Return al finalizar el periodo? Con ello, estaríamos invirtiendo en las principales empresas de la Eurozona con dividendos.

Vayamos con los resultados. Si, como hemos dicho, con un café ahorrado a diario hubiéramos obtenido 7.795,46 euros en nuestra cuenta corriente, invertidos correctamente en el índice europeo, nos encontraríamos con una cifra sustancialmente mayor al finalizar 2017: ¡14.302,05 euros!

La diferencia entre el importe ahorrado frente al importe invertido del café sería del +83,50%, no está nada mal. Esta diferencia es posible gracias a la fuerza que reside en el interés compuesto a largo plazo. No es de extrañar que Albert Einstein la mencionara como la fuerza más poderosa del universo, considerándola la octava maravilla del mundo.

Este ejemplo lo hemos realizado con el potencial ahorro que supone un simple café diario. Pero podríamos extender este concepto a todos aquellos gastos superfluos que podríamos incluir en una lista y que no nos aportan una gran utilidad en el corto plazo, aunque, como vemos en el ejemplo, a largo plazo nos aportaría un interesante patrimonio personal que mejoraría nuestro bienestar en momentos como la jubilación.

Marcar la diferencia está únicamente en nuestras manos ¿Empezamos?

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