Un producto financiero para cada persona y una persona para cada producto

Un punto fundamental a la hora de contratar productos financieros es, aunque suene obvio, conocer las características del producto en cuestión, que podemos dividir en tres grupos:

  • Variables relacionadas con la rentabilidad

Hay productos cuya rentabilidad es conocida en el momento de la firma del contrato, como los depósitos a plazo fijo, y otros productos cuya rentabilidad es variable e impredecible en el momento de la compra, como las acciones. Hay rentabilidades que dependen de la evolución de un escenario futuro (por ejemplo, la cotización de una cesta de acciones), como los bonos estructurados, mientras que otras dependen de la evolución de un índice que se replica, por ejemplo, los ETF o fondos cotizados IBEX 35.

  • Factores relacionados con la liquidez del producto, en relación con la posibilidad y el coste de recuperar la inversión antes de tiempo

En principio, un fondo de inversión puede ser rescatado en cualquier momento, pero a un precio de cotización diario que puede hacernos perder o ganar capital. En cambio, un plan de pensiones no se puede rescatar salvo que se cumplan las condiciones pactadas en el plan (que suelen ser los casos de muerte, enfermedad grave, desempleo de larga duración y otros muy tasados por la ley).

  • Características que tienen que ver con la seguridad o la posibilidad de perder la inversión en caso de determinados problemas

La deuda subordinada, por ejemplo, supone que, en caso de problemas de la entidad emisora, la prelación de crédito sea peor que la deuda ordinaria. Un fondo de inversión o de pensiones, en cambio, tiene una seguridad máxima en relación con la salud financiera del banco depositante o de la propia gestora, ya que los activos son propiedad de los clientes y quedan fuera del balance de ambos.

¿Quiénes somos y qué queremos?

Veamos ahora otro punto fundamental al que solemos prestar menos atención del que deberíamos: el perfil personal, familiar, económico y fiscal del ahorrador o inversor. En otras palabras: quiénes somos y qué queremos.

En palabras del militar chino Sun Tzu, que escribió el libro de referencia de la estrategia militar El arte de la guerra allá por el remoto siglo IV a. C., el cual puede aplicarse a muchas otras disciplinas humanas menos dañinas, como la economía:

“Si conoces al enemigo y te conoces a ti mismo, no deberás temer el resultado de cien batallas. Si te conoces a ti mismo, pero no al enemigo, por cada victoria lograda también sufrirás una derrota.  Si no conoces ni al enemigo ni a ti mismo, sucumbirás en todas las batallas.”

Si cambiamos la palabra “enemigo” por “producto financiero” y “batalla” por “inversión”, la frase puede aplicarse perfectamente a las finanzas personales actuales.

Una inteligente inversión en renta variable, sea mediante la compra directa de acciones o mediante los gestores profesionales de un fondo de inversión, resulta una buena decisión de inversión a medio y largo plazo. Sin embargo, si nuestros conocimientos sobre el mercado bursátil son escasos, no estamos dispuestos a perder capital o bien las pérdidas no nos dejan dormir tranquilos, deberemos plantearnos otro “enemigo”, es decir, otras inversiones alternativas.

Por otra parte, puede que necesitemos ahorrar a largo plazo para poder pagar los estudios universitarios de un hijo. La estrategia de ir poniendo el dinero de un depósito en otro, renovándolo a medida que vence el plazo, no es la mejor, ya que la rentabilidad de estos productos de ahorro es limitada a su plazo y naturaleza, y muchas veces inferior a la inflación (con lo que en términos reales perdemos dinero). Una mejor opción, por ejemplo, sería una estrategia de fondos de inversión dinámica en el tiempo.

La edad también determina el tipo de producto financiero en el que invertir. Una persona cuya jubilación está cercana no debería arriesgar en acciones o fondos de inversión de renta variable, teniendo siempre en cuenta la necesaria diversificación. En cambio, un profesional o un trabajador más joven debería arriesgar más al principio con posiciones importantes en renta variable para ir cambiando el peso de sus inversiones a mercados y productos menos arriesgados a medida que se hace mayor y su jubilación se acerca.

La cultura financiera del cliente y el tiempo que va a dedicar a seguir la evolución de su inversión también son fundamentales. Una ETF UltraShort S&P500, que gana cuando el índice de bolsa estadounidense pierde, puede ser una gran inversión en momentos de caída bursátil, pero solo los clientes con importantes conocimientos financieros, tiempo y ganas de seguir la bolsa norteamericana deberían adentrarse solos en esta jungla. Para la mayoría, los fondos de inversión tradicionales son una opción menos compleja.

Un producto para cada cliente y un cliente para cada producto. Y en cada inversión, lograremos la victoria (o una derrota con pérdidas controladas).

Pau A. Monserrat Valentí, director editorial de iAhorro.com

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